BIBLIOTECA ITINERANTE & TIENDA ONLINE DE FOTOLIBROS LATINOAMERICANOS | Un proyecto de Laura Lavergne
En la década de los ’80s, influenciado por el concepto de “aura” de Walter Benjamin y por la obra del sociólogo Erwin Goffman. Comencé a preguntarme: ¿De qué modo se “presentarían” hoy las personas ante la cámara si el fotógrafo intentara no alterar la escena? ¿Cuál sería la estética social, cuáles las costumbres que se pondrían al descubierto? ¿Existiría un mandato cultural específico que lo llevara a presentarse ante la cámara de tal o cual forma? ¿Diversos grupos mostrarían patrones comunes?
Para asegurarme de que mis modelos comprendieran la importancia que sus decisiones tendrían para ellos en el futuro decidí diseñar unas reglas “rituales”: la primera regla fue invitarles a posar -no “para mí”- sino “para un libro de fotografía”; la segunda fue dejar la elección de “dónde, cómo y cuándo” en sus manos. Yo, por mi parte, decidí prescindir de la fugacidad de la instantánea y remitirme a los larguísimos tiempos de exposición de la época de los daguerrotipos, pensando, desde luego, en Walter Benjamin. También me reservé la elección del punto de vista, lo que me permitiría mostrar el contexto en el que la persona se presentaba.
Comenzaba a acercarme a mis modelos. A interpelarlos. A decirles: -Aquí estamos tú y yo, frente a frente. Y he venido a documentar que tú eres tú. Y también a mostrar tu entorno.
En 1985 puse a prueba estas ideas realizando las fotografías para mi proyecto fotográfico “Gente en su casa”.
En la década de los ’80s, influenciado por el concepto de “aura” de Walter Benjamin y por la obra del sociólogo Erwin Goffman. Comencé a preguntarme: ¿De qué modo se “presentarían” hoy las personas ante la cámara si el fotógrafo intentara no alterar la escena? ¿Cuál sería la estética social, cuáles las costumbres que se pondrían al descubierto? ¿Existiría un mandato cultural específico que lo llevara a presentarse ante la cámara de tal o cual forma? ¿Diversos grupos mostrarían patrones comunes?
Para asegurarme de que mis modelos comprendieran la importancia que sus decisiones tendrían para ellos en el futuro decidí diseñar unas reglas “rituales”: la primera regla fue invitarles a posar -no “para mí”- sino “para un libro de fotografía”; la segunda fue dejar la elección de “dónde, cómo y cuándo” en sus manos. Yo, por mi parte, decidí prescindir de la fugacidad de la instantánea y remitirme a los larguísimos tiempos de exposición de la época de los daguerrotipos, pensando, desde luego, en Walter Benjamin. También me reservé la elección del punto de vista, lo que me permitiría mostrar el contexto en el que la persona se presentaba.
Comenzaba a acercarme a mis modelos. A interpelarlos. A decirles: -Aquí estamos tú y yo, frente a frente. Y he venido a documentar que tú eres tú. Y también a mostrar tu entorno.
En 1985 puse a prueba estas ideas realizando las fotografías para mi proyecto fotográfico “Gente en su casa”.