BIBLIOTECA ITINERANTE & TIENDA ONLINE DE FOTOLIBROS LATINOAMERICANOS | Un proyecto de Laura Lavergne
Es un explorador solitario, que deambula sin plan fijo. Como buen cazador al acecho, procura pasar lo más desapercibido posible. Por eso sólo se mueve con alguna pequeña cámara a cuestas, la primera que encuentra a mano. Nunca prestó demasiada atención a calidades y marcas y se adaptó a lo que tuvo; digo más: usa las cámaras en los programas más sencillos, los mismos que usa para enseñarle a su hija a sacar fotografías.
Su campo de acción es la calle, o sea, las antípodas de un estudio. Vaya a saber cuántas veces, a lo largo de su vida, apretó el obturador de una cámara. Sin embargo, todavía se sorprende por la emoción que lo embarga cuando lograr capturar determinados instantes.
A veces, por triviales que sean, eso puede cambiarle el ánimo.
Estas fotos de Eduardo Longoni han sido sacadas al paso. A su juicio, no pretenden narrar nada: aspiran a despertar emociones dormidas o el mero deleite de mirar. Sin embargo, son imágenes de extraordinaria potencia, que apuntan al corazón. Basta ver ese árbol sacudido por la furia en el Canal de Beagle o la tristeza que emana de la estación Yrigoyen en una tarde de sol.
Cuando uno las mira comprende por qué nunca va sin su cámara.
Eduardo Belgrano Rawson
Es un explorador solitario, que deambula sin plan fijo. Como buen cazador al acecho, procura pasar lo más desapercibido posible. Por eso sólo se mueve con alguna pequeña cámara a cuestas, la primera que encuentra a mano. Nunca prestó demasiada atención a calidades y marcas y se adaptó a lo que tuvo; digo más: usa las cámaras en los programas más sencillos, los mismos que usa para enseñarle a su hija a sacar fotografías.
Su campo de acción es la calle, o sea, las antípodas de un estudio. Vaya a saber cuántas veces, a lo largo de su vida, apretó el obturador de una cámara. Sin embargo, todavía se sorprende por la emoción que lo embarga cuando lograr capturar determinados instantes.
A veces, por triviales que sean, eso puede cambiarle el ánimo.
Estas fotos de Eduardo Longoni han sido sacadas al paso. A su juicio, no pretenden narrar nada: aspiran a despertar emociones dormidas o el mero deleite de mirar. Sin embargo, son imágenes de extraordinaria potencia, que apuntan al corazón. Basta ver ese árbol sacudido por la furia en el Canal de Beagle o la tristeza que emana de la estación Yrigoyen en una tarde de sol.
Cuando uno las mira comprende por qué nunca va sin su cámara.
Eduardo Belgrano Rawson