BIBLIOTECA ITINERANTE & TIENDA ONLINE DE FOTOLIBROS LATINOAMERICANOS | Un proyecto de Laura Lavergne
La Patagonia es el reino de la desmesura.
Desmesurado era el tamaño de los indígenas que el cronista Pigafetta, que acompañó en 1520 la expedición de Magallanes, creyó ver. Y desmesuradamente conmovedor es un reflejo de sol sobre el lago Espejo.
Es tierra de viajes y de aventuras. De viento y de belleza.
Tierra de monarcas alucinados y alucinantes. Erigirse en rey de la Patagonia fue un sueño que rondó por más de una cabeza.
En 1860 Orèlie de Tounens se hizo proclamar monarca con el nombre de Aurelio Antonio I. Nombró ministros y acarició la idea de un ejército propio, para dar, al fin, con sus huesos en una oscura prisión. Ya en nuestros tiempos es el príncipe Felipe I de la Araucanía y la Patagonia quien reclama desde París obediencia a una tierra que nació salvaje.
Tan salvaje que por sus montañas y desiertos cabalgaron famosos bandidos como Butch Cassidy y Sundance Kid.
Quizá sólo en la Patagonia sea lícito preguntarse: ¿Y si soy el primer humano en pisar este pedazo de tierra? ¿En contemplar este ángulo del paisaje? ¿Y si de este aire nadie respiró? ¿Y si de este agua nadie bebió?
Aún hoy, muchos sueñan con hallar la ciudad encantada de los Césares, persiguiendo la leyenda que se originó en relatos de sobrevivientes de la expedición comandada por Don Francisco César, quien allá por el año 1526, intentaba dar con la fantástica Sierra de la Plata. Aquel lugar, se decía, no tenía nada que envidiarle en riquezas y piedras preciosas al imperio de los Incas en el Perú. Otros desesperaban por encontrar la ciudad de Trapalanda, un sitio donde nadie padecía necesidad ni privación alguna. Una suerte de paraíso en el que nadie se enfermaba ni moría jamás.
Leyendas y más leyendas pueblan la idea mágica de la Patagonia. Sus ancestrales habitantes, los mapuches, se han ido contando alrededor del fuego, y de generación en generación, los misterios de la naturaleza que los cobija.
Este libro sólo pretende mostrar un viaje más. Un viaje por el Camino de los Siete Lagos y sus alrededores. Un corredor de poco más de 100 kilómetros que va desde San Martín de los Andes hasta Villa La Angostura. El camino más bello del mundo.
El genial fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson decía que la cámara fotográfica no es más que un libro de bocetos. Los viajes nos acercan visiones efímeras, relámpagos, texturas. Muchas veces, parte de esos momentos son guardados en la oscuridad de una cámara. Almacenados en rollos en los que siguen latiendo momentos irrepetibles. Luces mágicas, que de no ser atesoradas por la lente, se hubiesen desvanecido en la memoria.
"No hay otro lugar en el mundo en donde se pueda estar tan completamente solo", escribió la viajera inglesa Florence Dixie. La Patagonia: un lugar para llenarse la mirada de belleza y el alma de sensaciones.
Eduardo Longoni
La Patagonia es el reino de la desmesura.
Desmesurado era el tamaño de los indígenas que el cronista Pigafetta, que acompañó en 1520 la expedición de Magallanes, creyó ver. Y desmesuradamente conmovedor es un reflejo de sol sobre el lago Espejo.
Es tierra de viajes y de aventuras. De viento y de belleza.
Tierra de monarcas alucinados y alucinantes. Erigirse en rey de la Patagonia fue un sueño que rondó por más de una cabeza.
En 1860 Orèlie de Tounens se hizo proclamar monarca con el nombre de Aurelio Antonio I. Nombró ministros y acarició la idea de un ejército propio, para dar, al fin, con sus huesos en una oscura prisión. Ya en nuestros tiempos es el príncipe Felipe I de la Araucanía y la Patagonia quien reclama desde París obediencia a una tierra que nació salvaje.
Tan salvaje que por sus montañas y desiertos cabalgaron famosos bandidos como Butch Cassidy y Sundance Kid.
Quizá sólo en la Patagonia sea lícito preguntarse: ¿Y si soy el primer humano en pisar este pedazo de tierra? ¿En contemplar este ángulo del paisaje? ¿Y si de este aire nadie respiró? ¿Y si de este agua nadie bebió?
Aún hoy, muchos sueñan con hallar la ciudad encantada de los Césares, persiguiendo la leyenda que se originó en relatos de sobrevivientes de la expedición comandada por Don Francisco César, quien allá por el año 1526, intentaba dar con la fantástica Sierra de la Plata. Aquel lugar, se decía, no tenía nada que envidiarle en riquezas y piedras preciosas al imperio de los Incas en el Perú. Otros desesperaban por encontrar la ciudad de Trapalanda, un sitio donde nadie padecía necesidad ni privación alguna. Una suerte de paraíso en el que nadie se enfermaba ni moría jamás.
Leyendas y más leyendas pueblan la idea mágica de la Patagonia. Sus ancestrales habitantes, los mapuches, se han ido contando alrededor del fuego, y de generación en generación, los misterios de la naturaleza que los cobija.
Este libro sólo pretende mostrar un viaje más. Un viaje por el Camino de los Siete Lagos y sus alrededores. Un corredor de poco más de 100 kilómetros que va desde San Martín de los Andes hasta Villa La Angostura. El camino más bello del mundo.
El genial fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson decía que la cámara fotográfica no es más que un libro de bocetos. Los viajes nos acercan visiones efímeras, relámpagos, texturas. Muchas veces, parte de esos momentos son guardados en la oscuridad de una cámara. Almacenados en rollos en los que siguen latiendo momentos irrepetibles. Luces mágicas, que de no ser atesoradas por la lente, se hubiesen desvanecido en la memoria.
"No hay otro lugar en el mundo en donde se pueda estar tan completamente solo", escribió la viajera inglesa Florence Dixie. La Patagonia: un lugar para llenarse la mirada de belleza y el alma de sensaciones.
Eduardo Longoni